martes, 3 de noviembre de 2009

Navidades en familia, llenas de nuevas experiencias.

Bueno, aprovechando que estoy de vacaciones voy a escribir un poco en esto del blog. Muchas veces se prometen cosas que luego no se cumplen, o si se cumplen, es tarde.

Yo os prometí escribir pronto, pero no ocurrió. Pero ahora lo voy a hacer porque estoy de vacaciones, y cada día que pasa me acuerdo de todas las vacaciones que he pasado y lo bien que me lo he pasado en todas ellas y no se lo he contado a nadie. Empezando por las Navidades de hace poco menos de un año, hasta este verano en Santander, pasando también por el crucero de este verano. Y muchas otras historias ocurridas en Münster, pero esas no son aptas para familiares.

De momento os contare algo sobre las navidades pasadas. Unas navidades para recordar siempre, pasé la Navidad con mi familia esquiando y, creo que, todos nos lo pasamos muy bien. Mis hermanos pequeños al principio no querían ir pero luego como suele ser normal, en los niños pequeños, no se querían marchar, les pareció algo genial eso de esquiar, que para Javier fue una nueva experiencia ya que él no había esquiado nunca. Rocío ya había esquiado alguna vez, pero ya casi ni se acordaba. Ana, no sé si había esquiado alguna vez, pero si lo había hecho no se notaba nada. Los tres hombres de la familia si habíamos esquiado alguna vez, más de unas cuantas, y fue cuestión de unas horas hasta que cogimos el ritmo otra vez. A Jorge le costó un poco más, pero porque hacía mucho tiempo que no esquiaba y porque estaba en un grupo, que al principio estaba bien, pero después fue algo aburrido, por eso de que iba con Ana, en un grupo un poco para torpes.

Los primeros días David y yo íbamos juntos y la verdad es que nos fue bastante bien, como hermanos esquiando y con ganas de pasárselo bien. Esos días no hubo peleas ni enfados el uno con el otro por tonterías, sino que fuimos como amigos y no como hermanos. El tercer día nos metimos los dos en un curso de snowboard, 4 horas, dos por la mañana y dos por la tarde, con un par de horas en medio para comer. A mí me gusto mucho el snowboard, una nueva experiencia, pero a David le gusta más esquiar. Asique al día siguiente yo hice otro día de cursillo de snowboard y David estuvo esquiando todo el día y recorriendo todas las pistas que había en aquel lugar.

A mí me habían dicho que el snowboard es igual que montar en wave, el monopatín ese de dos ruedas, también dicen que se parece mucho a hacer surf, pero como yo nunca he hecho surf no puedo deciros. Y la gente que me había dicho eso tenía razón, el wave y el snowboard es igual, a los dos días sabia hacer snowboard bastante bien, me bajaba cualquier pista, eso sí un poco cagado y de vez en cuando dándome unas piñas de mucho cuidado. Pero lo importante es que me lo pase genial. El último día ya no hice curso de snowboard, me fui yo solo a bajar pistas, primero con mi hermano y luego nos separamos por un descuido mío, que siempre iba detrás.

Pero la anécdota de este viaje fue el segundo día. Ese día por la tarde, después de comer mi hermano y yo nos separamos, y yo me subí arriba del todo, a bajar una pista que el primer día me había gustado mucho y de repente iba bajando y note que la nieve en esa zona era muy virgen, bajando con los esquíes me llegaba la nieve hasta las rodillas y entonces pensé que por ahí no podía seguir la pista, asique me quite los esquíes para intentar volver y al intentar poner el pie en el suelo, note que no había suelo, había nieve virgen hasta la cintura; hasta mi cintura, que esta exactamente a 1 metro de altura. Entonces intente subir, pero era imposible, cada vez me estresaba mas y empecé a gritar como un loco a ver si la gente que estaba en el telesilla de arriba me oían, pero pareció ser que no. El tiempo se me pasó muy rápido, pero luego me di cuenta que había estado tres horas intentando salir de allí hasta que vino un seños y me ayudo a salir. Con el señor tarde diez minutos en salir, y yo estuve tres horas y no avance casi nada, ¡¡¡¡DESESPERANTE!!!!

Luego me toco bajar esquiando hasta la estación central y allí coger un telesilla que me llevara al aparcamiento donde me esperaba mi padre para irnos al hotel. Por suerte no me paso nada, incluso volví al día siguiente con mi hermano al sitio para explicarle como fue mi caída.

Os lo digo, unas vacaciones que se recordaran siempre.

Aquí os dejo un video con el relato de mi caída.

Un saludo y hasta la próxima.

2 comentarios:

Paloma M. dijo...

Es lo que tienen los blogs, que son tan vagos que no se actualizan solos y todo tiene que hacerlo uno mismo.
ME da un poco de envidia sana vuestro viaje a esquiar.
Yo sólo he esquiado una vez, y la verdad es que no se me dió nada mal, teniendo en cuenta que fui autodidacta (bueno, con alguna indicación de una amiga). Pero lo cierto es que si no fuera por el dolor de rodillas que tenía al día siguiente, habría sido perfecto.
En fin, me alegro de que vuelvas a las andadas como bloggero, y trataré de seguirte fielmente como mandan los cánones de la buena madrina.

Álvaro Santos dijo...

Jo, yo que quería que contaras las partes no aptas para familiares...

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